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Todos los estrategas encuestados por Bloomberg esperan que el S&P 500 cierre 2026 en niveles más altos, con un avance promedio cercano al 9%.
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El optimismo se apoya en actividad resiliente, desinflación sin recesión y utilidades corporativas sólidas, lideradas por la inversión en inteligencia artificial.
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El principal riesgo no es el escenario base, sino la ausencia total de disenso, que deja al mercado más expuesto a sorpresas y episodios de volatilidad.
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Todos los estrategas encuestados por Bloomberg esperan que el S&P 500 cierre 2026 en niveles más altos, con un avance promedio cercano al 9%.
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El optimismo se apoya en actividad resiliente, desinflación sin recesión y utilidades corporativas sólidas, lideradas por la inversión en inteligencia artificial.
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El principal riesgo no es el escenario base, sino la ausencia total de disenso, que deja al mercado más expuesto a sorpresas y episodios de volatilidad.
La publicación de Bloomberg del 29 de diciembre de 2025 pone un dato incómodo sobre la mesa: la expectativa para 2026 dejó de ser una discusión de matices y pasó a ser un coro unánime. En su último sondeo, 21 de 21 estrategas anticipan que el S&P 500 terminará 2026 en niveles más altos, y el promedio de esas proyecciones sugiere una ganancia adicional cercana al 9%.
El trasfondo ayuda a entender por qué el consenso se endureció. El índice viene de un tramo que acumula alrededor de 90% de avance desde el piso de octubre de 2022, y en 2025 volvió a demostrar que los retrocesos pueden ser breves y tácticos cuando el mercado se convence de que el ciclo macro todavía no se rompe. Incluso el episodio más disruptivo del año —cuando el S&P 500 llegó a caer cerca de 20% entre mediados de febrero y comienzos de abril— terminó funcionando más como un recordatorio de la velocidad de recuperación que como una señal de cambio de régimen.
Las tres patas del optimismo: actividad, inflación y utilidades
El argumento central detrás del consenso alcista combina tres piezas que se refuerzan entre sí. Primero, una actividad económica que ha mostrado más resiliencia de lo esperado, incluso después de uno de los ciclos de política monetaria más restrictivos de las últimas décadas. Segundo, una inflación que cede gradualmente sin exigir, por ahora, una recesión inmediata como costo de ajuste. Y tercero, unas utilidades corporativas que siguen sosteniendo la narrativa, apoyadas en márgenes aún elevados y en un flujo de inversión que no se ha apagado.
Dentro de este último punto, la inteligencia artificial aparece como el gran catalizador estructural. La inversión asociada a IA no solo se mantiene, sino que ha concentrado una parte muy relevante del avance del índice en un grupo reducido de mega tecnológicas, reforzando la lectura de que el crecimiento de beneficios sigue teniendo anclas claras para 2026.
Objetivos concretos y entusiasmo explícito
Bloomberg recoge objetivos puntuales que reflejan la magnitud del optimismo. Yardeni Research proyecta un S&P 500 en 7.700 puntos, Harvey apunta a 7.450, JPMorgan ve el índice en torno a 7.500, mientras que Bank of America, con un tono algo más prudente, plantea 7.100, no por dudas sobre el crecimiento, sino por la valoración que el mercado ya paga por ese crecimiento.
En la misma línea, UBS refuerza la tesis con números operativos. Su escenario asume un crecimiento de utilidades por acción cercano al 10% en 2026 y un índice alrededor de 7.700 puntos, apoyado en la combinación de ganancias corporativas sólidas y un costo del dinero menos restrictivo que el observado en los años previos.
El riesgo de un consenso sin fisuras

Sería el cuarto año consecutivo de ganancias de dos dígitos. Esa sería la mejor racha ganadora del S&P 500 desde 1999. Fuente: Bloomberg.
Lo más interesante del reporte no es solo el nivel esperado del índice, sino el riesgo que nace de la falta total de desacuerdo. Cuando nadie proyecta caídas, el mercado queda más expuesto a sorpresas que no necesitan ser catastróficas para generar volatilidad significativa.
Uno de esos riesgos es una Reserva Federal que recorte tasas menos o más tarde de lo que hoy se descuenta, un escenario que suele golpear primero a las valoraciones, incluso si la economía no se deteriora de forma abrupta. Otro es un giro en política comercial que reactive presión de costos o introduzca ruido en las cadenas de suministro, afectando márgenes. También está el riesgo corporativo más silencioso: ejecutivos que comiencen a guiar expectativas a la baja tras varios trimestres buenos, simplemente porque el listón para seguir sorprendiendo se vuelve cada vez más alto.
Un punto de partida exigente para 2026
En ese sentido, la lectura que deja Bloomberg es particularmente útil para pensar 2026. El escenario base puede seguir siendo constructivo, pero el mayor cambio es conceptual: el optimismo dejó de ser una postura y pasó a ser un punto de partida. Y cuando el punto de partida es tan parecido para todos los participantes, la próxima noticia realmente relevante suele venir por el lado de lo que el consenso no está mirando.
El desafío para el mercado no será validar el escenario central, que hoy parece ampliamente aceptado, sino navegar un entorno donde cualquier desviación, incluso moderada, puede generar reacciones más amplificadas precisamente porque la unanimidad reduce el margen de sorpresa positiva.
Fuente: xStation5.
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