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El cobre cierra el año con un récord en Shanghái y fuertes alzas en Estados Unidos, reflejando una creciente prima de escasez.
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El mercado empieza a poner precio a un 2026 más ajustado, con riesgos en minería, concentrados y refinación.
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La reapertura de la LME será clave para validar si Londres acompaña la narrativa de escasez o ajusta por arbitraje.
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El cobre cierra el año con un récord en Shanghái y fuertes alzas en Estados Unidos, reflejando una creciente prima de escasez.
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El mercado empieza a poner precio a un 2026 más ajustado, con riesgos en minería, concentrados y refinación.
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La reapertura de la LME será clave para validar si Londres acompaña la narrativa de escasez o ajusta por arbitraje.
El cobre vuelve a encenderse en el cierre de año, esta vez con el foco puesto en Asia y Estados Unidos. Hoy marcó un récord en Shanghái, con el contrato más líquido acercándose a la zona de 100.000 yuanes por tonelada, y en paralelo saltó en el Comex de Nueva York hasta niveles no vistos desde el episodio de estrés de mitad de año.
Fuente: Shanghai Futures Exchange, Bloomberg.
En Londres, en cambio, no hubo confirmación inmediata del movimiento porque la LME permanece cerrada por el feriado posterior a Navidad en el Reino Unido —razón por la cual el gráfico en XStation aparece detenido—. En esta sesión, la referencia que manda es la estadounidense, que además ya acumula un avance muy significativo en 2025, reforzando la percepción de un mercado cada vez más tensionado.
Un impulso con fundamentos concretos
Detrás del movimiento hay una mezcla clara de fundamentos, más que un simple rally técnico de fin de año.
En primer lugar, el mercado está empezando a ponerle precio a un 2026 más apretado. Durante 2025 se acumularon interrupciones en la producción minera, junto con señales crecientes de estrechez en la cadena de suministro, especialmente en el mercado de concentrados. En ese contexto, la sensación dominante es que cualquier nuevo problema operativo puede trasladarse con rapidez a precios cuando los inventarios disponibles están mal distribuidos entre regiones.
En segundo lugar, vuelve a ganar peso el factor político y comercial. La incertidumbre sobre el alcance de eventuales tarifas en Estados Unidos mantiene fuertes incentivos para adelantar compras y reubicar metal hacia ese mercado, lo que tensiona la disponibilidad fuera de EE. UU.. Este reordenamiento de flujos no crea demanda global adicional, pero sí seca otros mercados, obligando a compradores en Asia y Europa a competir por unidades físicas.
A ese cuadro se suma un dólar global más débil, que suele actuar como viento de cola para las materias primas, al mejorar la capacidad de compra de los importadores y reforzar el atractivo financiero del cobre como activo real.
La señal crítica viene de la cadena industrial
Un tercer punto, clave para entender la ansiedad del mercado, aparece en la cadena industrial. Cuando escasean los concentrados, se deteriora la remuneración que reciben fundiciones y refinerías por procesarlos, a través de menores cargos de tratamiento y refinación.
Este deterioro no es solo un dato técnico: es una señal de competencia intensa por materia prima. Si se prolonga, puede llevar a que algunas plantas recorten actividad o operen con márgenes mínimos, reduciendo la oferta efectiva de metal refinado entregable. En términos de precios, el mercado empieza a descontar que el cuello de botella no está únicamente en la mina, sino también en la capacidad real de transformar concentrado en cobre refinado, justo cuando la demanda por unidades físicas se vuelve más sensible a cualquier shock.
El sostén estructural: electrificación e infraestructura de datos
Además del ruido táctico, hay un componente estructural que explica por qué el cobre reacciona con tanta fuerza incluso cuando las señales cíclicas son mixtas. La demanda de largo plazo ligada a la electrificación —redes, energías renovables y vehículos eléctricos— y, cada vez más, a la infraestructura de datos —centros de datos, cableado, potencia y sistemas de enfriamiento— sigue funcionando como piso de demanda.
Ese trasfondo hace que el mercado sea mucho más sensible a noticias de oferta y a distorsiones de flujos por política comercial. No es necesario que el consumo esté acelerando hoy para que el precio se ajuste si los participantes creen que el balance se estrechará mañana.
Mirando a la reapertura de la LME
De cara a la reapertura de la LME, lo más probable es ver un movimiento de “puesta al día” frente a lo que ya reflejaron Shanghái y, sobre todo, el Comex. Si el diferencial entre Nueva York y Londres se mantiene amplio, se reactivarán incentivos de arbitraje y cobertura, lo que puede traducirse en un arranque más volátil, con búsqueda rápida de precio.
En la práctica, la pregunta clave no es solo si Londres acompaña el nivel, sino si valida la narrativa de escasez fuera de Estados Unidos o si, por el contrario, muestra resistencia vía toma de utilidades y normalización del diferencial tras el feriado. La respuesta a esa pregunta será determinante para definir si el cobre entra a 2026 con un nuevo piso de precios o con una corrección técnica tras un cierre de año extremadamente exigido.
Fuente: xStation5.
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