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Crece el malestar interno en el trumpismo por la relación entre JD Vance y Palantir, que se expande aceleradamente dentro del gobierno.
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El ascenso de Palantir como contratista clave del Estado aviva acusaciones de favoritismo, vigilancia y poder tecnológico en la administración Trump.
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El conflicto expone un dilema profundo del movimiento: retórica antiélite vs. dependencia de corporaciones tecnológicas para gobernar.
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Crece el malestar interno en el trumpismo por la relación entre JD Vance y Palantir, que se expande aceleradamente dentro del gobierno.
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El ascenso de Palantir como contratista clave del Estado aviva acusaciones de favoritismo, vigilancia y poder tecnológico en la administración Trump.
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El conflicto expone un dilema profundo del movimiento: retórica antiélite vs. dependencia de corporaciones tecnológicas para gobernar.
La relación entre el vicepresidente JD Vance y Palantir Technologies —la influyente firma de análisis de datos fundada por Peter Thiel— ha escalado en cuestión de semanas desde una inquietud soterrada a un punto de fricción visible dentro del propio movimiento que sostiene al gobierno de Donald Trump. Lo que inicialmente era una crítica recurrente de demócratas sobre los vínculos personales y financieros entre Vance y Thiel, hoy se ha transformado en un reclamo interno que proviene de figuras emblemáticas del trumpismo, desde estrategas como Steve Bannon hasta referentes mediáticos como Joe Rogan. Incluso Roger Stone, una de las voces más escuchadas en el círculo íntimo del expresidente, admitió haberle dicho a Vance que Palantir era su mayor preocupación para el futuro del país, un reflejo del creciente malestar entre las bases.
Palantir: ascenso meteórico como pilar tecnológico del Estado y detonante del conflicto
El detonante del conflicto es el meteórico ascenso de Palantir como contratista gubernamental desde el regreso de Trump a la Casa Blanca. En pocos meses, la empresa ha asegurado contratos multimillonarios con el Ejército, el Departamento de Seguridad Nacional, el Servicio de Impuestos Internos, el Departamento de Estado y la Oficina de Veteranos, consolidándose como pilar tecnológico del aparato estatal. Su cartera incluye proyectos sensibles que van desde programas de investigación de fraudes migratorios hasta herramientas predictivas para seguridad diplomática. El valor bursátil de la empresa casi se ha triplicado, un ascenso que alimenta percepciones de favoritismo y de una influencia creciente sobre la política pública.
Un clima de desconfianza por IA, vigilancia y concentración tecnológica
Las críticas se han visto amplificadas por un clima de desconfianza respecto al uso gubernamental de inteligencia artificial, análisis masivo de datos y tecnologías de vigilancia. Aunque la reciente orden ejecutiva de Trump que instruye a las agencias federales a compartir información no menciona a Palantir, la medida ha sido interpretada por sectores conservadores como un puente hacia capacidades de monitoreo que consideran incompatibles con las libertades civiles. Figuras como Laura Loomer han sugerido que la compañía intenta consolidar su posición dentro del gobierno para asegurar contratos a largo plazo, mientras activistas del ala populista del partido expresan temor a la creación de un “Estado tecnológico paralelo”.
JD Vance intenta equilibrar su pasado en Silicon Valley
Ante estas acusaciones, Vance ha intentado navegar entre su pasado en Silicon Valley y su rol como portavoz de un movimiento profundamente escéptico de la élite tecnológica. En encuentros con jóvenes conservadores, ha negado tener una relación privilegiada con Palantir y ha insistido en que la verdadera amenaza para la privacidad proviene de empresas privadas que rastrean consumidores para fines comerciales. Sin embargo, sus explicaciones no han logrado disipar la desconfianza dentro de un sector republicano que ve con recelo la presencia de figuras adineradas de la tecnología dentro del ecosistema trumpista. Esa tensión se agrava por el hecho de que Vance no solo trabajó con Thiel, sino que recibió de él apoyo financiero sustancial en su carrera política y profesional.
Palantir como símbolo de dilema
El debate sobre Palantir encapsula un dilema para la coalición republicana: Palantir rechaza categóricamente las acusaciones de operar como una firma de vigilancia, mientras su CEO Alex Karp sostiene públicamente que sus herramientas fortalecen al país sin vulnerar libertades civiles. Aun así, la empresa y Vance siguen bajo el escrutinio de un bloque conservador que se siente incómodo con el peso de Silicon Valley en la configuración del Estado.
Fuente: xStation5.
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