En los últimos días no ha sido poco lo que se ha comentado sobre la crisis desatada en Turquía. Como ya es bien conocido, las barreras arancelarias impuestas por Estados Unidos provocaron una fuerte caída de la divisa que, sumada a la inflación, están suponiendo un fuerte varapalo a las cuentas púbicas del país otomano. Más allá del interés que este hecho concreto haya podido suscitar desde el punto de vista mediático, la realidad es que esta situación que se nos presenta no es ni mucho menos nueva. La lira turca acumula un desplome del 75% en los últimos 5 años con respecto al dólar norteamericano.En este caso, las barreras arancelarias impuestas por Estados Unidos no fueron ni mucho menos el detonante de esta situación sinó una chispa que ha desatado un movimiento más agresivo por parte del mercado.
El nuevo paradigma en el que están inmersos los Bancos Centrales, en el que impera el endeudamiento masivo y la emisión de moneda de forma agresiva, ha propiciado que actualmente, el ratio de deuda sobre PIB esté en máximos históricos en prácticamente todos los países del mundo. Si a esto le unimos que la propia idiosincrasia del país -no podemos olvidar que la inflación de Turquía ronda el 16%- obligaría a hacer exactamente lo contrario, lo que nos encontramos es a una economía con importantes problemas para seguir funcionando de forma cohesionada.
Lo que es claro y evidente es que la situación no es ni mucho menos nueva. En los últimos años, países como Sudáfrica, Brasil, Rusia o Argentina, han experimentado problemas porque sus politices monetarias han destruido poco a poco el valor de sus divisas, con el consiguiente problema de Deuda/PIB que ello acarrea. El proceso de recuperación para esos países fue -y en algunos casos sigue siendo- muy duro pero todo empieza, en primer lugar porque el mercado considere que ya no hay motivos para que su divisa se desplome mucho más. Para ello es necesario que las autoridades den mensajes inequívocos de ir hacia una política más hawkish y a poder ser con subidas de tipos incluida. Solo así el mercado devolverá la confianza a su divisa y por ende, a la economía.
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