El gigante tecnológico californiano ha atravesado varios años muy difíciles y fluctuaciones significativas de precios. La situación de la compañía es tan grave que la administración del presidente de EE. UU. se ha visto directamente involucrada. Muchos inversores han descartado durante mucho tiempo a Intel como líder del mercado de microprocesadores. ¿Por qué motivo?. Lo vemos a continuación :
Para contextualizar la magnitud del declive de Intel, es necesario repasar brevemente su historia. La empresa se fundó en 1968, pero su historia reciente comienza alrededor del año 2000. En la década de 1990, la compañía tomó la decisión crucial de centrarse en el mercado de ordenadores personales, lo que, en retrospectiva, resultó ser una excelente decisión estratégica.
La marcha de Intel hacia el dominio del mercado comenzó con el procesador Pentium 4, que se lanzó en el año 2000. Fue un período extremadamente turbulento para el mercado, especialmente para las empresas tecnológicas. Aproximadamente un año después de que Intel saliera a bolsa, estalló la burbuja puntocom. Una enorme burbuja especulativa en el mercado financiero estadounidense impulsada por el auge de crecimiento de las empresas relacionadas con internet y la tecnología informática. Intel fue, obviamente, primero beneficiario y luego víctima de esta tendencia. Intel entró en el nuevo milenio con un precio por acción de alrededor de 41 dólares. En el punto álgido de la burbuja, su valoración era de 75,9 dólares por acción, un nivel al que Intel nunca ha vuelto. Desde su punto máximo, en menos de un año, la compañía perdió más del 75% de su valor y cayó a alrededor de 18 dólares por acción.
Fuente: Bloomberg Finance Lp
La caída de las valoraciones no frenó el desarrollo de la compañía. Al contrario, el año 2001 marcó el inicio de la era dorada de Intel. Durante la década siguiente, Intel se convirtió en la vanguardia absoluta en el desarrollo de tecnología de procesadores para la mayoría de las aplicaciones comerciales. Ni siquiera un juicio perdido por prácticas desleales de mercado, que Intel perdió en 2009 y que la obligó a pagar a su principal rival, AMD, una indemnización de 1.250 millones de dólares, pudo detener a la compañía. En aquel momento, el mercado no prestó mucha atención a esta revelación, ya que estaba preocupado por la reconstrucción tras la catástrofe financiera de 2008.
Las lecciones no aprendidas de este juicio perdido son cruciales para comprender los problemas actuales de la compañía. En concreto, en una determinada etapa de sus operaciones, la compañía decidió que la mejor manera de competir no era mediante el desarrollo de sus propios productos, sino mediante prácticas monopolísticas extremadamente poco éticas y contrarias al consumidor. Esta estrategia funcionó hasta 2015, cuando Intel alcanzó una participación del 80% en el ya consolidado mercado de microprocesadores.
Declive de Intel
A partir de ese momento, Intel comenzó a cometer cada vez más errores estratégicos. Uno de ellos fue la negativa a colaborar con Apple en la producción de chips para iPhone. Intel también vendió su filial dedicada a los procesadores ARM.
Los principales competidores de Intel —NVIDIA, AMD y TSMC— comenzaron a especializarse en el diseño o la fabricación de chips y procesadores. Intel se obstinó en ambas áreas, lo que resultó en un retraso en ambos aspectos de sus operaciones.
Las primeras señales claras de la debilidad de Intel comenzaron a aparecer hacia finales de la segunda década del siglo XXI. Estrategias e inversiones desacertadas provocaron una creciente pérdida de competitividad. Las fábricas de procesadores de Intel se convirtieron en una carga financiera, y sus productos se quedaron cada vez más rezagados en rendimiento y precio.
Irónicamente, la pandemia de COVID-19 en 2020 trajo consigo un respiro temporal.
- Gran parte de la población, por razones sanitarias, comenzó a pasar la mayor parte del tiempo en casa, lo que se tradujo en una mayor demanda de productos electrónicos de consumo. Esto coincidió con la fiebre de las criptomonedas.
- La minería de criptomonedas requería principalmente potencia de procesamiento, que los procesadores Intel podían proporcionar. Sin embargo, incluso entonces, la primera opción para la minería de criptomonedas eran los procesadores NVIDIA y AMD debido a su relación consumo-rendimiento, lo que resultó ser una tendencia muy significativa y una señal de alerta para Intel, que ignoró.
En abril de 2021, gracias al aumento de la demanda y la mejora de las perspectivas de la empresa, la valoración alcanzó un máximo local de 62 dólares por acción, apenas un pequeño porcentaje por debajo de los máximos históricos de la burbuja puntocom.
Desafortunadamente, este fue el canto del cisne de Intel. Desde entonces, la empresa ha enfrentado un fracaso tras otro. Errores estratégicos la han dejado por detrás de la competencia en términos de ingresos, beneficios y cuota de mercado. Debido a decisiones tomadas una década antes, la empresa no pudo aumentar sus ingresos ni reducir costes al mismo nivel que otros gigantes del sector. Los productos posteriores decepcionaron y generaron controversia. Los resultados financieros de la empresa empeoraron trimestre tras trimestre, sin perspectivas de mejora.
Fuente: Intel's Financial Statments
Todo esto ocurrió en medio de un mercado alcista masivo para las empresas tecnológicas, impulsado por avances en el campo de la inteligencia artificial.
- Los resultados del año 2024 mostraron una pérdida neta de 19 millones de dólares.
- Las acciones han perdido más del 60% de su valor desde el pico local.
- La cuota de mercado de la compañía sigue disminuyendo.
Gráfico de los cambios de valoración de Intel y Nvidia desde principios de 2022
Fuente: Bloomberg Finance Lp
Intel no pierde la esperanza
En 2025, la empresa entró en el mercado bajo el lema de la reforma. Lip-Du Tana, un reformista, fue nombrado director general. Las reformas del nuevo director general fueron radicales, pero absolutamente necesarias dada la fase actual de colapso de la empresa. Entre ellas se incluyen:
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Reforma de la estructura organizativa, simplificando su estructura y acortando las cadenas de mando, con énfasis en el fortalecimiento del aspecto técnico de la empresa y la supervisión personal de las áreas clave por parte del director general.
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Despidos y cambios de personal. Intel redujo aproximadamente el 15% de su plantilla, que asciende a aproximadamente 25.000 empleados en todo el mundo. Algunos miembros de la junta directiva fueron reemplazados para garantizar que estos puestos fueran ocupados por personas con experiencia y conocimientos en la industria de los semiconductores. También se implementó una política para que los empleados volvieran a la oficina desde el teletrabajo, con el objetivo de aumentar la eficiencia.
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Reducción de las inversiones y optimización de muchas operaciones. A partir de entonces, la expansión de la capacidad de producción se dictaría mediante pedidos específicos. Se suspendieron los planes de construcción de fábricas en Alemania y Polonia. Algunos departamentos de ensamblaje y empaquetado se trasladaron a países con costos bajos como Vietnam.
El mercado recibió inicialmente la noticia de la reestructuración con optimismo. La euforia se desató por la declaración de apoyo gubernamental a la empresa y una serie de rumores sobre posibles pedidos y colaboraciones. Esto provocó un aumento del 43% en las acciones en febrero de este año.
Desafortunadamente para Intel, el mercado se dio cuenta rápidamente de que las reformas del nuevo CEO se centraban casi exclusivamente en la reducción de costes, sin planes claros sobre cómo aumentar los beneficios de la empresa. Las esperanzas de nuevos pedidos resultaron fútiles, y el apoyo del gobierno estadounidense se convirtió cada vez más en una carga para Intel en lugar de una oportunidad.
La situación de Intel es desfavorable para la empresa y preocupante para los accionistas a nivel financiero. La empresa está endeudada y continúa incurriendo en pérdidas, que aumentan a pesar de las reformas y las medidas de reducción de costes. Lo único que la empresa ha reducido son los ingresos, que cayeron de casi 80.000 millones de dólares en 2021 a 53.000 millones de dólares este año. Intel se mantiene muy por detrás de la competencia en prácticamente todos los aspectos. Un rayo de esperanza para los inversores podría ser la baja valoración de sus ratios, especialmente en comparación con la competencia y el sector. Sin embargo, unos ratios de valoración tan bajos y que persisten durante mucho tiempo no suelen ser gratuitos.
El imperio de Intel se ve asediado por todos lados. El mercado de servidores y ordenadores personales está perdiendo terreno frente a AMD, cuyos chips son incomparablemente más eficientes en términos de consumo energético. El mercado de centros de datos está perdiendo terreno frente a Nvidia, cuyas soluciones son actualmente inigualables en innovación y rendimiento. Mientras tanto, en el mercado de fabricación de semiconductores, Intel no puede competir con TSMC, que domina por completo gracias a su impacto en la escala y la optimización integral de sus procesos.
¿Qué contratos tiene Intel con el gobierno americano?
Tanto Intel como sus accionistas se aferran a un hecho significativo que respalda la valoración de la compañía: Intel es un gran fabricante nacional de semiconductores. Desde la perspectiva estratégica actual del gobierno estadounidense, no se puede permitir que fracase.
Todo indica que la era del liberalismo económico idealista y el libre comercio está llegando a su fin, y todo bien escaso es un arma que puede utilizarse contra adversarios o antiguos aliados. Uno de esos bienes son los semiconductores de Intel.
El gobierno estadounidense detectó los problemas de la compañía y su valor estratégico durante la administración anterior, que le otorgó más de 7 mil millones de dólares para inversiones en producción nacional.
Se centró principalmente en la producción de procesadores y chips para el Departamento de Defensa. Este es un problema muy importante debido a la posibilidad de vulnerabilidades de hardware ocultas en componentes que otros países podrían explotar en contra de los usuarios. La intervención del gobierno estadounidense en los asuntos de la empresa alcanzó un nuevo nivel con el nuevo presidente, quien adquirió aproximadamente el 10% de la empresa para el gobierno, lo cual se detallará en los siguientes párrafos. Este es un paso sin precedentes en los últimos años, que marca la ruptura de un tabú en la economía y la política estadounidenses. Este cambio de opinión lo confirma claramente el secretario de Estado Hassett, al afirmar que «habrá más transacciones de este tipo».
El mercado recibió con buenos ojos la noticia de la participación del gobierno estadounidense en la empresa. La confianza mejoró aún más con el anuncio de una importante compra de acciones por parte del banco de inversión japonés SoftBank. Tras estas revelaciones, las acciones han subido más de un 22% desde su mínimo de julio.
Sin embargo, surge una pregunta muy importante: ¿hay realmente motivos para celebrar?
En primer lugar, cabe destacar que las acciones adquiridas por el gobierno estadounidense no fueron, como afirman algunos titulares, compradas en el mercado ni a la propia Intel, sino que son acciones nuevas emitidas específicamente para el gobierno estadounidense, lo que diluye el valor de las acciones existentes, impactando directa y negativamente a los accionistas actuales.
Otro obstáculo para la valoración de Intel son los objetivos del gobierno estadounidense, que muchos inversores parecen pasar por alto. Principalmente, al gobierno estadounidense no le interesa cuidar de los accionistas ni del precio de las acciones. La adquisición de Intel es una iniciativa de defensa estratégica y un intento de obtener otra ventaja negociadora en la guerra comercial que Estados Unidos libra actualmente con el mundo entero.
Además, las políticas y decisiones actuales de la nueva administración presidencial no dan motivos para sospechar que posea las habilidades necesarias para gestionar una empresa involucrada en el proceso tecnológico más complejo del planeta. La administración del nuevo presidente también ha demostrado estar dispuesta y ser capaz de sacrificar la estabilidad económica y financiera a largo plazo por éxitos políticos o ideológicos a corto plazo.
A la luz de esta información, Intel está trazando lentamente un camino similar al de Boeing entre los fabricantes de semiconductores. Es decir, una empresa que se mantiene en el mercado prácticamente solo gracias a las altas barreras de entrada al negocio, los subsidios gubernamentales y los pedidos de la industria de defensa.
Actualmente es extremadamente difícil esbozar un escenario positivo para las acciones de Intel. Existe la posibilidad de una recuperación gracias a las inversiones facilitadas por los tipos de interés más bajos y la cooperación con el gobierno. El nuevo director ejecutivo también ha demostrado valentía y disposición para implementar reformas radicales, pero a la vez reflexivas, que la empresa ha necesitado durante tanto tiempo.
Los lucrativos contratos con la industria de defensa, que Intel y sus accionistas esperan, las alianzas con empresas de mayor rendimiento y la posibilidad de recuperar cuota de mercado, o finalmente alcanzar el nivel de la IA, son actualmente especulaciones sin una estrategia clara sobre cómo se lograrían estos objetivos. Mucho dependerá de la política gubernamental y del lugar que ocupe Intel en ella.
¿Cómo comprar acciones de Intel
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