Elecciones parlamentarias francesas de alto riesgo
En las elecciones europeas, el Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen y Jordan Bardella se impuso con el 31% de los votos. Emmanuel Macron anunció repentinamente la disolución de la Asamblea Nacional y programó la primera vuelta de nuevas elecciones legislativas para el 30 de junio. Contra todas las expectativas, la NUPES (alianza de izquierdas), aparentemente disuelta desde hacía varios meses, logró acordar un programa común y pasó a denominarse Nuevo Frente Popular (NFP). Por otro lado, Eric Ciotti, presidente de los Republicanos (partido tradicional de derecha) se alió con el RN (considerado un partido de extrema derecha) contra el acuerdo de su propio bando, lo que le llevó a ser condenado al ostracismo por su propio partido.
En este contexto, 33 millones de electores acudieron el pasado domingo a votar en las elecciones parlamentarias francesas. Esta fue la participación más alta en una elección legislativa desde 1997. En comparación con las elecciones de 2022, los grupos de edad que experimentaron el mayor aumento de asistencia fueron los de 18 a 24 años (+124%) y los de 25 a 34 años (+60). %). Estos fueron también los únicos dos grupos de edad que votaron ampliamente por el NFP (el partido de izquierda).
Aunque el RN obtuvo la victoria en la mayoría de los 577 distritos electorales, esta primera vuelta de las elecciones legislativas puso de relieve una Francia más dividida políticamente que nunca, con la aparición de resultados triangulares (recordemos que un resultado triangular es una situación en la que tres candidatos pasan a la segunda vuelta porque obtienen más del 12,5% de los votos emitidos por los inscritos en el censo electoral). En la gran mayoría de los casos, esta situación triangular implica que un candidato de RN ocupa el primer lugar, seguido de un candidato del NFP y del Renacimiento (partido mayoritario presidencial) que alterna entre el segundo y el tercer lugar.
El objetivo principal de la segunda vuelta es, por tanto, comprender las tácticas de los distintos partidos para obtener la mayoría en la asamblea, o al menos evitar que RN obtenga una mayoría absoluta.
El desenlace incierto de un “aluvión de agujeros”
Aunque la victoria del RN no tiene precedentes en las elecciones francesas, es la primera vez que está tan cerca de tomar el poder. Por eso, en el pasado, para impedir que el RN obtuviera acceso a Matignon, los demás partidos solían formar un frente unido contra lo que consideraban una amenaza a los valores republicanos y democráticos. Pero ahora se enfrentan a una división ideológica que amenaza su capacidad de unirse para formar el habitual "ataque contra la extrema derecha".
¿Cuáles son las perspectivas para la segunda vuelta? La estrategia proclamada por los centristas y la alianza de izquierda es la de la retirada mutua en las circunscripciones donde su candidato habría quedado en tercer lugar, para evitar la dispersión de los votos en una configuración triangular. Esto privaría a RN de una mayoría absoluta en el parlamento, que luego estaría formado por una mayoría relativa de RN y múltiples grupos de oposición con una fuerte minoría. En tal escenario, el Presidente se vería potencialmente obligado a formar un gobierno "técnico", responsable de los asuntos cotidianos pero incapaz de llevar a cabo reformas estructurales importantes.
Sin embargo, es necesario tener en cuenta dos factores. En primer lugar, la coalición presidencial ha insinuado que no retirará su apoyo a los candidatos de Francia Insumisa (LFI), que representa casi la mitad de los candidatos del NFP que califican para la segunda vuelta. En segundo lugar, el NFP ha anunciado que sólo es propenso a retirar a sus candidatos en tercer lugar. Esto significaría que los resultados triangulares serían lógicamente inevitables y a favor de RN, abriendo potencialmente la puerta a nuestro segundo escenario: que RN obtenga una mayoría absoluta.
¿Qué consecuencias podemos esperar en los mercados?
Aunque podemos distinguir dos escenarios principales para la segunda vuelta, en realidad comparten resultados similares. El primer escenario conduciría a la formación de un gobierno “técnico” que sería incapaz de emprender los principales proyectos legislativos necesarios para devolver el déficit a los límites de las normas presupuestarias europeas. La paralización de la Asamblea podría bastar para que las agencias de calificación rebajaran la calidad de la deuda francesa, lo que debilitaría el entorno de tipos de interés y, por extensión, los mercados de renta variable.
Esta situación podría tener un impacto directo en el índice francés, el CAC 40. Sin embargo, técnicamente hablando, el precio del índice ya se encuentra en un soporte importante que corresponde al retroceso del 50% del último impulso alcista a escala semanal, es decir, 7.517,7 puntos. Si se supera este umbral, todavía sería posible un rebote del retroceso del 61,8%, es decir, 7.339,8 puntos, más allá del cual los compradores podrían finalmente capitular.
En el segundo caso, la consecuencia sería también una inestabilidad política que afectaría a la calificación de Francia, ya que el Presidente de la República podría querer declarar una nueva disolución en caso de mayoría absoluta del RN. Sin embargo, esto le daría al partido un año corto para implementar parcialmente un programa que ha sido ampliamente criticado por empeorar la deuda pública, lo que aumentaría aún más la prima de riesgo exigida por los prestamistas del gobierno francés.
El CAC 40 podría entonces atravesar su zona de soporte o no reaccionar inmediatamente a la baja y realizar un breve repunte alcista, permitiendo a los vendedores materializar su convicción direccional con una prima. Se observe o no una recuperación, una zona de retroceso más amplia se encuentra entre 6.638,1 y 6.950,1 puntos.
Para evitar acercarse peligrosamente a una crisis de deuda, la única salida, paradójicamente, sería que el presidente instalara un gobierno minoritario en la Asamblea y gobernara utilizando el artículo 49.3 (que permite aprobar leyes sin consultar al parlamento) o aplicando el artículo 16. de la Constitución (que confiere plenos poderes al Presidente de la República). Esto se consideraría una garantía de estabilidad política para los mercados financieros, pero tendría implicaciones democráticas ampliamente impopulares. Pero, una vez más, se trata de una apuesta arriesgada: el Jefe de Estado corre el riesgo de sufrir una moción de censura o un juicio político.
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