En el mundo económico, se puede encontrar una amplia diversidad de instrumentos financieros. Algunos de los más conocidos a nivel popular son las acciones, que permiten a los usuarios invertir directamente en empresas y ser poseedores de un pequeño porcentaje de ellas, o los bonos, con los que se puede invertir tanto en compañías como en organismos públicos asumiendo riesgos mucho más reducidos. Pero más allá de estos instrumentos, dentro del mercado se pueden encontrar otras alternativas con características propias que conviene conocer de cara a evitar riesgos. Este es el caso de los CFD, también conocidos como Contratos por Diferencias, unos instrumentos que se caracterizan por que el inversor no posee el título sobre el que invierte, sino un contrato con el emisor que le permite operar sobre el producto financiero. Pero ¿cómo funcionan exactamente? ¿Y cuáles son los riesgos de los CFD?
¿Qué son los CFD o Contratos por Diferencias?
Los CFD, siglas que proceden del término Contratos por Diferencias, son derivados financieros, es decir, activos que basan su valor en la evolución de otro producto al que se le conoce como activo subyacente. Estos títulos se caracterizan por ser un acuerdo entre un inversor y una entidad que actúa como contrapartida, que acuerdan intercambiar la diferencia de precio del activo entre el momento de apertura y cierre del contrato de inversión, y están considerados como instrumentos de alto riesgo por su carácter especulador. De hecho, la CNMV considera que los CFDs son productos difíciles de entender y que, en general, no son convenientes para inversores minoristas.
A diferencia de lo que ocurre con otros instrumentos financieros, al invertir en CFD los inversores no son dueños del activo en el que invierten, sino de un contrato con otro inversor o entidad emisora. Así, mientras que la compra directa de una acción de Microsoft otorga a los inversores la posesión de ese título, la compra de un CFD de una acción de Microsoft no le dará al inversor ningún derecho sobre el activo, pese a que sí recibirán dividendos. En estos casos, los inversores invertirán en los movimientos que el activo experimente en el mercado, pudiendo obtener tanto pérdidas como ganancias en función de las fluctuaciones que haya experimentado el título y del precio por el que se haya comprado el CFD.
En este marco, es importante destacar que los CFD son productos apalancados, lo que permite a los inversores realizar ciertas operaciones con menos capital del que realmente necesitarían si operaran en Bolsa. Este apalancamiento, sin embargo, implica grandes riesgos, ya que entraña una deuda con el emisor del activo. Por ello, cabe la posibilidad de que los inversores experimenten pérdidas económicas al operar con estos instrumentos, especialmente si no se poseen grandes conocimientos sobre el mundo bursátil.
¿Qué tipos de CFD existen?
En función del activo subyacente en el que se basen, se pueden identificar varios tipos de CFD:
- CFD sobre acciones: son aquellos que se basan en acciones. Su valor es igual a la cotización de estos títulos.
- CFD sobre índices bursátiles: son aquellos que toman como referencia índices bursátiles como el Nasdaq 100, el Dow Jones, el S&P 500 o el Ibex-35, entre otros, y ofrecen exposición a los activos que forman parte de dicho índice.
- CFD sobre criptomonedas: son aquellos que se basan en criptoactivos como el Ethereum, el Bitcoin o Solana.
- CFD sobre materias primas: son aquellos cuyo activo subyacente son materias primas que cotizan en las bolsas mundiales, como puede ser el oro, la plata o el petróleo.
- CFD sobre divisas: también conocidos como forex, son aquellos que se basan en los tipos de cambio de las divisas mundiales, como puede ser el EUR/USD.
- CFD sobre ETFs: en este caso, replican el comportamiento de los ETF, ofreciendo exposición a los componentes de estos fondos.
Independientemente del instrumento financiero al que rastreen, los CFD no otorgan ningún tipo de propiedad sobre el activo en el que se basen. Es decir, al comprar un CFD sobre una criptomoneda como el Bitcoin o el Ethereum, el inversor no será poseedor de ninguna criptodivisa, sino de un acuerdo para poder especular sobre los movimientos de sus precios. Los riesgos de invertir en este tipo de instrumentos son, por tanto, elevados, ya que se basan en la especulación, y pueden traer importantes pérdidas para los usuarios.
¿Cómo funcionan los CFD?
Los CFD son productos derivados, lo que implica que basan su valor en un activo subyacente, ya sea una acción, un ETF, un índice bursátil o una divisa. Al invertir en ellos, los inversores llegan a un acuerdo con otra parte, generalmente una entidad emisora, por el que se les permite especular sobre el precio del activo en el que se basan sin llegar a poseerlo. De este modo, el valor que obtendrán al invertir en estos instrumentos será el equivalente a la diferencia de precio del activo subyacente entre el momento de apertura del contrato y su cierre.
Cuando se invierte en CFD, los usuarios pueden obtener tanto beneficios como pérdidas. Este tipo de inversión es de carácter especulativo, ya que los inversores se centran en intentar predecir cuál será el comportamiento del activo. Es decir: especulan sobre si su precio bajará o subirá. A la hora de operar con estos instrumentos, se pueden optar por dos enfoques: en corto o en largo.
- Corto: se lleva a cabo cuando se cree que el precio del activo va a descender.
- Largo: se realiza cuando se cree que el precio del activo va a subir.
De cara a operar con estos instrumentos, además, es importante que se tengan en cuenta dos conceptos: el precio de compra (ask) y el de venta (bid), los cuales se basan en el activo subyacente y se ofrecen cuando se va a comprar un CFD.
- Precio de compra (ask): es el precio por el que se ejecuta una posición en largo. Es ligeramente más alto que el precio del mercado del activo subyacente.
- Precio de venta (bid): es el precio por el que se lleva a cabo una posición en corto. Es ligeramente más bajo que el precio del mercado del activo subyacente.
La diferencia entre ambos precios, por su parte, se conoce como spread, y representa lo que cobrará el emisor por cada operación.
Otro aspecto relevante de la operativa con CFD son los rollover. La mayoría de los CFDs sobre índices y materias primas se basan en precios de contratos a futuros. Para cada mercado existe habitualmente una larga lista de contratos futuros con diferentes fechas de vencimiento, desde un mes hasta muchos años en el futuro. El volumen más alto normalmente se encuentra en el contrato más cercano. Para invertir en el contrato más activo, un inversor en el mercado de futuros debe cerrar un contrato (que vence) y abrir uno nuevo (el siguiente). Los rollovers de CFD lo hacen automáticamente.
Riesgos de los CFD
Los CFD son instrumentos financieros de gran complejidad y su inversión entraña importantes riesgos incluso para los inversores más experimentados. Al ser un producto apalancado, operar con ellos puede desembocar en importantes pérdidas económicas, motivo por el que se recomienda a los inversores más inexpertos no invertir en ellos. Además de los riesgos propios del mercado bursátil, los CFD también presentan:
- Volatilidad: los CFD son instrumentos altamente volátiles, por lo que su valor puede variar enormemente en periodos de tiempo reducidos. Al invertir en ellos, es primordial hacer un seguimiento constante y mantener vigilados todos los movimientos del mercado para reducir las posibles pérdidas.
- Apalancamiento: los CFD son productos apalancados, lo que implica que al operar con ellos se establece una deuda con el emisor del activo. Como consecuencia, cabe la posibilidad de registrar importantes pérdidas económicas.
- Alto riesgo de pérdida: dada la volatilidad y el apalancamiento que tienen los CFD, existe un importante riesgo de registrar grandes pérdidas de dinero. Así, las pérdidas pueden ser superiores al importe desembolsado inicialmente para su adquisición.
- Costes: si se cierra una posición en CFDs nada más contratarla, el inversor deberá asumir un coste que equivale el spread del instrumento en euros. Además, por mantener una posición abierta los usuarios tendrán que asumir un coste diario, conocido como swap.
Los CFD son productos muy complejos y pueden ser difíciles de entender. De hecho, la ESMA calcula que alrededor de un 74% y un 89% de los inversores minoristas pierden dinero cuando comercializan con este tipo de instrumentos. Por ello, son productos poco aconsejables de cara a invertir, especialmente si se carece de conocimientos.
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