¿Qué son los planes de ahorro y cómo podemos usarlos?

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Imagen de una persona frente a una calculadora en un artículo sobre qué son los planes de ahorro

Los planes de ahorro son productos con los que los usuarios pueden obtener rentabilidad por sus ahorros. En este artículo, te contamos qué tipos existen y cuáles son sus principales características.

Los planes de ahorro son un producto que puede resultar de interés tanto para los ahorradores como para los inversores, especialmente si buscan aumentar su capital asumiendo riesgos reducidos. Pero ¿qué son exactamente? En este artículo, repasamos qué son los planes de ahorro, qué tipos existen y en qué se diferencian de los planes de pensiones.

¿Qué son los planes de ahorro?  

Los planes de ahorro son productos que ofrecen las entidades financieras con los que los usuarios pueden obtener rentabilidad por sus ahorros. Estos productos se basan en la acumulación de capital a medio y largo plazo y se posicionan como una alternativa de interés a los depósitos de plazo fijo. 

Al contratar un plan de ahorro, los usuarios se comprometen a aportar dinero de forma periódica al plan durante un periodo de tiempo predeterminado. Con este dinero, la entidad emisora del plan invertirá en distintos productos financieros, con el objetivo de generar rentabilidad para el usuario, la cual variará en función del riesgo que el usuario esté dispuesto asumir y del horizonte temporal del producto. 

Los planes de ahorro pueden emplearse para una amplia variedad de propósitos, desde adquirir una vivienda, organizar un viaje o comprar un nuevo vehículo. Estos productos se posicionan como una alternativa de interés para los ahorradores que buscan aumentar su patrimonio sin asumir grandes riesgos, y suelen ofrecer ventajas fiscales a los usuarios, siempre y cuando el capital depositado se mantenga durante un mínimo de cinco años. 

Imagen de una calculadora en un artículo sobre qué son los planes de ahorro
 

¿Cuáles son los planes de ahorro más conocidos?

Dentro del mercado, se pueden identificar diversos tipos de planes de ahorro, entre los que destacan los siguientes: 

  • Planes individuales de ahorro sistemáticos (PIAS): son una alternativa a los planes de pensiones ofrecida por las compañías aseguradoras. Creados en 2007, estos productos están pensados para realizar aportaciones periódicas y tienen el objetivo de fomentar el ahorro a largo plazo, ofreciendo ventajas fiscales para aquellos que depositen el dinero durante un mínimo de cinco años. La aportación máxima que los usuarios pueden realizar a estos planes es de 8.000 euros al año, no pudiendo superar, en ningún caso, los 240.000 euros en total. De carácter líquido, están sujetos a una serie de costes, que incluyen desde comisiones de contratación a comisiones de gestión, entre otros, por lo que antes de contratarlos será importante analizar sus características. 
  • Cuentas individuales de ahorro a Largo Plazo (CIALP): son planes de ahorro que ofrecen las entidades bancarias. Creados en 2014, a raíz de la reforma fiscal, estos productos se basan en la contratación de una cuenta bancaria, en la que los usuarios van depositando su dinero, a cambio de una serie de intereses. Estos planes están destinados a la acumulación de capital, por lo que, a diferencia de las cuentas tradicionales, no permitirán la domiciliación de ningún recibo ni la contratación de tarjetas. La aportación máxima que se puede realizar es de 5.000 euros al año y, si el dinero permanece en el plan durante un mínimo de cinco años, los usuarios quedarán exentos del pago de impuestos por los intereses que se hayan generado. Garantiza la devolución del 85% del capital depositado. 
  • Seguros Individuales de Vida a Largo Plazo (SIALP): son planes de ahorro que ofrecen las compañías aseguradoras y que se basan en la contratación de un seguro de vida, al que los usuarios podrán destinar un máximo de 5.000 euros al año. Al igual que los CIALP, estos planes surgieron en 2014, a raíz de la reforma fiscal, y también garantizan la devolución de un 85% del capital depositado. Además, si el dinero del plan se mantiene durante un mínimo de cinco años, las ganancias generadas quedarán exentas de pagar impuestos.

¿En qué se diferencia un plan de ahorro de un plan de pensiones? 

Tanto los planes de ahorro como los planes de pensiones son productos pensados para ahorrar a largo plazo. Sin embargo, entre ambos instrumentos hay varias diferencias, las cuales conviene conocer antes de contratar alguno de ellos:

  • Liquidez: los planes de ahorro ofrecen mayor liquidez y flexibilidad que los planes de pensiones, ya que permiten retirar el dinero en cualquier momento, aunque con la contraparte de perder las ventajas fiscales que ofrecen. Por el contrario, el acceso a los fondos de los planes de pensiones es más limitado y, por norma general, está sujeto al momento en el que el contratante abandone el mercado laboral, aunque hay ciertas excepciones (por ejemplo, en caso de incapacidad o enfermedad grave).
  • Objetivos: los planes de pensiones son productos enfocados para la jubilación, mientras que los planes de ahorro pueden destinarse a distintas metas.
  • Rentabilidad: los planes de pensiones suelen ofrecer una rentabilidad potencial más elevada que la de los planes de ahorro, ya que, generalmente, suelen invertir de forma más diversificada y durante periodos de tiempo más prolongados. De hecho, los planes de ahorro suelen enfocarse en activos de renta fija, mientras que los planes de pensiones combinan activos de renta fija y variable.
  • Fiscalidad: aunque ambos ofrecen ventajas fiscales, en la tributación de los planes de ahorro y los planes de pensiones hay ciertas diferencias. En concreto, en los planes de ahorro las aportaciones no disfrutan de ningún tipo de deducción, mientras que el rescate de los fondos sí están exentos de tributación. Por el contrario, en los planes de pensiones las aportaciones sí se desgravan, pero al rescatar los fondos sí habrá que tributar. 
Imagen de monedas en un artículo sobre qué son los planes de ahorro
 

¿Cómo empezar a ahorrar de forma efectiva?  

Empezar a ahorrar puede ser complicado, especialmente si tenemos un salario reducido o no contamos con una buena base de educación financiera. Este proceso va más allá de la contratación de un producto en específico: requiere disciplina y llevar un correcto control de los gastos de ingresos. Para empezar a ahorrar por primera vez, no obstante, se recomienda seguir estos pasos:

  • Definir el objetivo. Debe ser concreto, alcanzable y medible. 
  • Establecer un presupuesto personal. Debemos analizar todos los ingresos y gastos en los que incurrimos y valorar qué partidas podríamos reducir. 
  • Escoger el ​​método de ahorro adecuado. Existen multitud de métodos que pueden ayudarnos a ahorrar, como el método 50-30-20, el reto de las 52 semanas o la regla del 1%
  • Automatizar el ahorro. Domiciliar ciertos ingresos o programar transferencias automáticas. 
  • Elegir el producto idóneo. Si pensamos en contratar un producto de ahorro, como los planes de ahorro o las cuentas remuneradas, deberemos analizar en profundidad sus características y estudiar si encajan con nuestros objetivos. 
  • Revisar y ajustar periódicamente. Hay que adaptarse a los cambios que se puedan tanto en el mercado como en nuestra propia situación personal, adaptando las cantidades que destinamos al ahorro. 

Planes de ahorro caseros: una alternativa a los productos financieros

A la hora de ahorrar, no es estrictamente necesario recurrir a productos financieros. Al contrario, también es posible diseñar planes de ahorro caseros, es decir, estrategias para reservar dinero mes a mes. Para que estos sean efectivos, deberemos fijarnos una meta concreta y seguir algún método de ahorro, como puede ser el presupuesto base 0, el método Kakebo o el sistema de sobres. Además, se recomienda emplear plantillas o tablas de ahorro con las que podremos llevar un registro detallado de nuestros gastos e ingresos y visualizar de forma clara el capital que llevamos acumulado.

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FAQ

Los planes de ahorro son productos que ofrecen las entidades financieras con los que los usuarios pueden obtener rentabilidad por sus ahorros y que se basan en la acumulación de capital a medio y largo plazo. 

Dentro del mercado, se pueden identificar tres tipos de planes de ahorro:

  • Planes individuales de ahorro sistemáticos (PIAS): son una alternativa a los planes de pensiones ofrecida por las compañías aseguradoras. Creados en 2007, estos productos están pensados para realizar aportaciones periódicas y tienen el objetivo de fomentar el ahorro a largo plazo, ofreciendo ventajas fiscales para aquellos que depositen el dinero durante un mínimo de cinco años. 
  • Cuentas individuales de ahorro a Largo Plazo (CIALP): son planes de ahorro que ofrecen las entidades bancarias. Creados en 2014, estos productos se basan en la contratación de una cuenta bancaria, en la que los usuarios van depositando su dinero, a cambio de una serie de intereses.
  • Seguros Individuales de Vida a Largo Plazo (SIALP): son planes de ahorro que ofrecen las compañías aseguradoras y que se basan en la contratación de un seguro de vida, al que los usuarios podrán destinar un máximo de 5.000 euros al año.

Los planes de ahorro y los planes de pensiones son productos pensados para ahorrar a largo plazo que se diferencian en cuatro aspectos clave: la liquidez, la finalidad a la que se destinan, la rentabilidad y la fiscalidad.

Para empezar a ahorrar por primera vez, se recomienda seguir estos pasos:

  • Definir el objetivo. Debe ser concreto, alcanzable y medible. 
  • Establecer un presupuesto personal. Debemos analizar todos los ingresos y gastos en los que incurrimos y valorar qué partidas podríamos reducir. 
  • Escoger el ​​método de ahorro adecuado. Existen multitud de métodos que pueden ayudarnos a ahorrar, como el método 50-30-20, el reto de las 52 semanas o la regla del 1%
  • Automatizar el ahorro. Domiciliar ciertos ingresos o programar transferencias automáticas. 
  • Elegir el producto idóneo. Si pensamos en contratar un producto de ahorro, como los planes de ahorro o las cuentas remuneradas, deberemos analizar en profundidad sus características y estudiar si encajan con nuestros objetivos. 
  • Revisar y ajustar periódicamente. Hay que adaptarse a los cambios que se puedan tanto en el mercado como en nuestra propia situación personal, adaptando las cantidades que destinamos al ahorro. 

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