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Los tanques y buques en terminales venezolanas se están llenando y podrían llegar al límite en unos 10 días.
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Las restricciones de EE. UU. a petroleros sancionados están congelando la actividad naviera y elevan el riesgo de que PDVSA cierre pozos.
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Chevron dice operar sin interrupciones bajo licencia, pero un recorte de producción de PDVSA podría generar efectos indirectos.
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Los tanques y buques en terminales venezolanas se están llenando y podrían llegar al límite en unos 10 días.
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Las restricciones de EE. UU. a petroleros sancionados están congelando la actividad naviera y elevan el riesgo de que PDVSA cierre pozos.
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Chevron dice operar sin interrupciones bajo licencia, pero un recorte de producción de PDVSA podría generar efectos indirectos.
Un cuello de botella: almacenamiento al límite y riesgo de cerrar pozos
Venezuela podría pronto tener que empezar a cerrar algunos pozos petroleros porque se está quedando sin capacidad de almacenamiento, tras la confiscación de un petrolero la semana pasada y los planes de Estados Unidos de bloquear otros buques sancionados. Fuentes familiarizadas con la situación señalan que los principales depósitos del país y los buques cisterna estacionados en terminales podrían alcanzar su capacidad máxima en unos 10 días. Si eso ocurre, PDVSA, cuya producción ronda el millón de barriles diarios, podría verse forzada a recortar extracción.
Restricciones de EE. UU.: actividad naviera “congelada” y más presión sobre ingresos petroleros
La tensión se enmarca en una campaña más dura para recortar los ingresos del gobierno de Nicolás Maduro. Según la información disponible, el presidente estadounidense Donald Trump anunció un “bloqueo total” de petroleros sancionados que entren y salgan de Venezuela y la designación del régimen como organización terrorista extranjera. Aunque todavía no hay detalles operativos ni guías completas, en la práctica la actividad naviera ya estaría casi paralizada porque muchos actores prefieren no arriesgarse a incautaciones.
Qué pasa con Chevron y por qué importa
Chevron afirmó que continúa la producción de sus empresas conjuntas con PDVSA “sin interrupciones” y que cumple con todas las leyes aplicables. La empresa opera en Venezuela bajo una licencia del Tesoro de EE. UU. que la exime de sanciones petroleras bajo condiciones restringidas. Aun así, el mercado sigue atento: si PDVSA se ve obligada a cerrar pozos por falta de almacenamiento, podrían aparecer “consecuencias de segundo orden” incluso para operadores que exportan con buques no sancionados.
Un dato relevante del acuerdo: la mitad de los 200.000 barriles diarios de producción venezolana vinculada a la compañía se destina a PDVSA, según los términos del contrato.
El problema del diluyente y el precedente de “máxima presión”
Las restricciones no solo afectan a los buques: también complican la importación del diluyente que PDVSA necesita para producir y mover su crudo extrapesado. Schreiner Parker, socio y director de mercados emergentes de Rystad Energy, advirtió que así “el almacenamiento podría llenarse muy rápidamente” y, una vez lleno, podría verse una caída “muy, muy rápida” de la producción.
Parker recordó que, durante el primer mandato de Trump, las sanciones de “máxima presión” hundieron la producción venezolana a menos de 500.000 barriles diarios. PDVSA logró recuperarse parcialmente intercambiando crudo por diluyente iraní, pero ahora eso sería más difícil “con Estados Unidos patrullando el Caribe”.
Buques varados, “buques fantasma” y carga inmovilizada
El atasco también se ve en el mar. Al menos tres superpetroleros (capaces de transportar en conjunto unos 6 millones de barriles) ya habrían cargado, pero permanecen en aguas venezolanas, según personas familiarizadas con el tema, imágenes satelitales y un informe de envío compilado por Bloomberg.
Venezuela depende en gran medida de una flota clandestina de “buques fantasma” que apagan o falsifican señales para ocultar su ubicación. Los buques Crag y Galaxy 3 (bajo nombres falsos) cargaron y siguen en aguas venezolanas; otro superpetrolero, el Kelly, apagó su transpondedor y terminó de cargar recientemente. Además, un cuarto buque bajo el alias Romana estaría cargando 1,9 millones de barriles del crudo Merey 16. Bloomberg estima que el petróleo ya cargado y varado rondaría los 300 millones de dólares.
Impacto en el mercado: limitado en precios globales, crítico para Venezuela
Pese al ruido, Venezuela representa menos del 1% de la producción mundial, lo que limitaría el impacto inmediato sobre los precios internacionales. Aun así, para el país el riesgo es alto: si se llena el almacenamiento y no hay salida marítima suficiente, el ajuste podría llegar por la vía más costosa: cerrar pozos y recortar producción.
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