- El oro rompe máximos impulsado por riesgos geopolíticos, tipos reales a la baja y fuerte demanda estructural; la zona de USD 4.500 es ahora el nivel clave a vigilar.
- El oro rompe máximos impulsado por riesgos geopolíticos, tipos reales a la baja y fuerte demanda estructural; la zona de USD 4.500 es ahora el nivel clave a vigilar.
El oro ha vuelto a hacer lo que mejor sabe hacer cuando el contexto se tensa: subir con decisión y sin pedir permiso. En la última sesión avanzó más de un 2%, rompiendo de nuevo máximos históricos y colocando el foco del mercado en una zona psicológica clave, los 4.500 dólares por onza, mientras la plata sigue el mismo camino. No es un movimiento aislado ni fruto de un titular puntual. Es la consecuencia lógica de una estructura técnica sólida apoyada por un cóctel macro que sigue empujando en la misma dirección.
Desde el punto de vista fundamental, los motores están bien identificados y, lo más importante, no se están agotando. La combinación de tensiones geopolíticas crecientes, con el bloqueo estadounidense a petroleros venezolanos y los focos abiertos en Oriente Medio y Europa del Este, vuelve a reforzar el papel del oro como activo refugio. A eso se suma un entorno monetario claramente favorable: el mercado descuenta más recortes de tasas por parte de la Fed en 2026, lo que sigue presionando a la baja los tasas reales. Y cuando los tasas reales caen, el oro, activo sin rendimiento, recupera atractivo de forma casi mecánica.
Además, hay un factor estructural que no conviene subestimar: la demanda de los bancos centrales. Las compras siguen muy por encima de la media histórica y no muestran señales claras de desaceleración. En un mundo donde la “des-dolarización” ya no es un concepto teórico sino una estrategia explícita de muchos países, el oro se consolida como reserva alternativa. No es casualidad que grandes casas como Goldman Sachs proyecten precios cercanos a 4.900 dólares en 2026.
Técnicamente, el oro está dibujando una estructura interesante. El impulso de las últimas sesiones ha sido fuerte, pero no caótico. En gráfico diario, el precio ha roto máximos con una vela amplia, de cuerpo sólido, y ahora la pregunta no es si ha subido demasiado, sino cómo gestiona el mercado esta ruptura. La zona de los 4.500 no es solo un número redondo; es un nivel que puede actuar como nuevo soporte dinámico si el precio es capaz de consolidar por encima.
Aquí es donde entra el escenario que muchos inversionistas están esperando. Si tras este rally el oro es capaz de lateralizar o corregir de forma ordenada, manteniéndose por encima de esa zona clave, la estructura pasaría de ser simplemente impulsiva a ser constructiva. Una ruptura, por encima de la consolidación en un gráfico horario por encima de 4.500 sería, desde el punto de vista técnico, sería una señal de fortaleza clara. No sería una invitación a comprar a mercado sin pensar, sino una oportunidad para buscar entradas con mejor relación riesgo-beneficio. De hecho, tras marcar nuevos máximos, el precio no está desplomándose, sino absorbiendo papel, con retrocesos contenidos y sin pérdida de niveles relevantes. Eso suele indicar que no estamos ante un clímax inmediato, sino ante un mercado que está intentando “hacer base” para decidir el siguiente tramo.
Ahora bien, conviene no perder de vista los riesgos. El oro acumula una subida cercana al 70% en lo que va de año, una cifra extraordinaria incluso para este activo. Eso implica que el mercado está cada vez más sensible a cualquier sorpresa macro: un repunte inesperado del dólar, un cambio de tono agresivo por parte de la Fed o una desescalada rápida de alguno de los conflictos geopolíticos podría provocar correcciones bruscas, aunque sean temporales. En mercados tan cargados de consenso, el ajuste suele ser violento, no progresivo.
La plata, por su parte, actúa como amplificador del movimiento. Su subida, mucho más agresiva, refuerza la lectura alcista del complejo de metales, pero también sirve como recordatorio del riesgo: cuando la plata entra en modo parabólico, el mercado suele estar en una fase emocional avanzada. Eso no invalida el trade en oro, pero sí obliga a gestionar tamaño y timing con cuidado.
En resumen, el oro sigue siendo protagonista absoluto. La ruptura de máximos y la subida de más del 2% en la última sesión no son casualidad, sino la expresión de una tendencia bien respaldada por macro y técnica. La clave ahora no es perseguir el precio, sino observar cómo se comporta en torno a los 4.500. Si el mercado consolida y respeta ese nivel, el siguiente tramo alcista puede ofrecer oportunidades muy interesantes. Si falla, tocará esperar. En este punto del ciclo, la paciencia es tan valiosa como el metal que todos quieren comprar.
Fuente: xStation5
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Alejandro de Luis
Editor de Hispatrading Magazine, revista de trading con mayor difusión en español, Alejandro ha trabajado como trader en diferentes sociedades de valores y firmas de trading propietario, así como en áreas de negociación y análisis durante casi dos décadas. Autor de varios libros de trading publicados en más de 5 países ha impartido conferencias formativas y programas de especialización ante audiencias de más de 40 países, entre ellas alumnos de varias universidades europeas de prestigio.
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