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El petróleo vuelve a incorporar una prima geopolítica por Venezuela, no por su peso en la oferta global, sino por el precedente operativo que está marcando EE. UU.
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La ofensiva estadounidense eleva el riesgo logístico y de cumplimiento, con impacto potencial en diferenciales regionales más que en el precio headline.
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Técnicamente, el WTI muestra un rebote ordenado, pero enfrenta resistencias clave que podrían frenar avances sin nuevos catalizadores.
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El petróleo vuelve a incorporar una prima geopolítica por Venezuela, no por su peso en la oferta global, sino por el precedente operativo que está marcando EE. UU.
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La ofensiva estadounidense eleva el riesgo logístico y de cumplimiento, con impacto potencial en diferenciales regionales más que en el precio headline.
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Técnicamente, el WTI muestra un rebote ordenado, pero enfrenta resistencias clave que podrían frenar avances sin nuevos catalizadores.
El petróleo vuelve a mirar hacia Venezuela, pero no tanto por el volumen que aporta al mercado global —menos de 1% de la oferta mundial—, sino por el precedente político y operativo que está dejando la ofensiva de Estados Unidos. En los últimos días, Washington intensificó el cerco sobre los flujos venezolanos con una estrategia de “máxima fricción”: despliegue naval frente a la costa, intercepción y captura de al menos un tanquero sancionado y, más relevante, el abordaje del Centuries en el Caribe, el primer caso en el que se apunta a una nave no sancionada.
Ese último punto es clave porque eleva el riesgo de que el enforcement se amplíe “por conducta” —apagado de AIS, rutas opacas, intermediarios— más que por listas formales. Aun así, los datos de seguimiento marítimo muestran que las cargas no se han detenido: desde el 11 de diciembre, alrededor de 14 buques han cargado crudo, con al menos seis sancionados, y parte del flujo incluye cargamentos vinculados a Chevron bajo licencia estadounidense, subrayando la complejidad del cuadro: presión política y excepciones legales conviviendo en paralelo.
Fricción logística como verdadero riesgo
La señal más clara para el mercado es que Caracas está intentando “sacar barriles al agua” antes de que el cerco se endurezca. El ritmo de carga se habría ubicado cerca de 890 mil barriles diarios, por encima de un patrón más típico de ~800 mil bpd, consistente con el incentivo a embarcar rápido para evitar cuellos de botella de almacenamiento en tierra y recortes forzados de producción.
Estructuralmente, Venezuela exporta cerca de 900 mil bpd, con una porción relevante moviéndose vía “shadow fleet” y China como destino dominante. Por eso, el punto de tensión no es solo el barril venezolano, sino la fricción logística: seguros, navegación, desvíos, apagones de señal, tiempos de viaje y costos de cumplimiento para traders y navieras. De momento, el precio lo lee como un riesgo acotado porque el telón de fondo global sigue holgado y la demanda luce tibia; aun así, el mercado reintroduce una prima. Cuando la aplicación de sanciones empieza a tocar barcos no designados, la pregunta deja de ser “¿cuánto crudo sale?” y pasa a ser “¿cuántos cargamentos se atrasan o encarecen?”, algo que suele sentirse más en diferenciales y disponibilidad regional que en el precio headline.
Geopolítica pone piso, la demanda limita el techo
En el escenario externo, la lectura es de equilibrio frágil. Por un lado, hay oferta global suficiente para amortiguar shocks puntuales; por otro, la geopolítica vuelve a poner piso al precio —Venezuela, la guerra en Ucrania y el impacto en rutas y seguridad marítima—, ayudando a frenar caídas incluso en un año en el que el crudo llega debilitado.
Ese mix explica por qué el petróleo puede encadenar subidas en sesiones puntuales aun cuando el balance macro no sea explosivo: el mercado paga algo por optionalidad ante interrupciones, pero no lo suficiente como para sostener una revalorización prolongada si la demanda no acompaña.
Análisis técnico OIL.WTI (M30)
Tras marcar un mínimo relevante en 55.02, el precio encadenó un rebote ordenado hasta la zona de 58.16, recuperando medias y velocidad. La resistencia inmediata está en 58.87 y luego 59.80 (techo/área de oferta y cercanía de la directriz bajista), nivel donde el avance suele “chocar” si no entra flujo nuevo. En soportes, el pivote de corto plazo queda en 57.78; si se pierde, el precio vuelve a mirar 56.83–56.43 (zona de congestión previa).
La estructura mejora mientras sostenga por encima de la SMA 50 (57.91) y con la SMA 200 (56.71) funcionando como soporte dinámico de la recuperación. Con RSI 65, el impulso es positivo pero ya algo exigido: no invalida el rebote, pero aumenta la probabilidad de pausas/retrocesos cortos antes de intentar un ataque limpio a 59–60.
Fuente: xStation5.
Venezuela vuelve al radar no por cambiar el balance global, sino por elevar la fricción en el sistema. Mientras la demanda no tome la posta, la prima geopolítica ayuda a sostener el precio, pero el mercado seguirá distinguiendo entre riesgo operativo y escasez real.
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